Tuesday, February 20, 2007

EL CARLIT 2921 MTS.

EL CARLIT 2921 MTS.
ITINERARIO


LAGO DE LAS BULLOSSES--ESTANY SEC--ESTANY NEGRE



LLEGANDO A LA CRESTA DEL PORTELL Y COLLADA DEL COLL ROIG





TREPANDO POR LA CRESTA DELS COLL ROIG






EN LA CUMBRE DEL CARLIT 2921 MTS. FOTO DE GRUPO








INICIANDO EL DESCENSO, EL ROSARIO DE LAGOS AL FONDO, CON EL ESTANY SUBIRÁ A PRIMER TÉRMINO.


CRÓNICA DE UNA ASCENSIÓN


EL CARLIT 2921 MTS.


El Carlit es la montaña más alta de toda la Cerdanya (tanto de la parte catalana como de la francesa) y del Pirineo oriental. Está situado en la denominada Alta Cerdanya (Francia) y su altura es de 2.921 m. Sus vertientes poseen la segunda mayor concentración de lagos glaciales de toda la sierra pirenaica, tan solo superada por el impresionante Parque Nacional de Aigüestortes en la provincia de Lleida. Lógicamente, resulta muy visitado. Al final de una año posiblemente pise tanta gente su cima como en el Aneto, el Monte Perdido o la Pica d’Estats. Por este motivo, su ascensión en el verano se convierte en una procesión (aunque ya adelanto que no será, precisamente, nuestro caso).
Como sucede con las montañas más conocidas, el Carlit ha sido mitificado muchas veces. Esta mitificación deriva del menosprecio por parte de ciertos colectivos, al igual que sucede con el Aneto o la Pica d’Estats, por poner unos ejemplos. Es importante destacar que, a pesar de los tópicos, se trata de una montaña muy bonita, sin ninguna duda el mejor dos mil novecientos de la Cerdanya, el que ofrece más dificultades y el que dispone de una mayor presencia. La verdad es que no es un buen mirador de la Cerdanya pero sí lo es del Pirineo en general. Es un lugar excelente para los identificadores de cimas; desde la Maladeta hasta el Canigó, gran cantidad de puntos culminantes desfilan delante de nuestros ojos. Además, se pueden observar más de una docena de lagos, sobre todo por la vertiente de La Bullosa.
Subir al Carlit por cualquiera de sus vías normales ya no resulta un paseo como en el caso del Puigmal, que es la montaña situada justo en la otra parte de la Cerdanya y que tiene tan solo 8 metros menos. Y además subirlo por donde lo hicimos nosotros es bastante complicado y peligroso.
Nuestra excursión empezó el domingo 1 de julio a las 7,30 h, cuando dejamos el coche en el parking situado a unos 10 km de La Bullosa. Allí cogimos, por 20 francos, un autobús que nos llevó hasta el lago (lugar en el que teníamos que empezar la ascensión).
A las 8,30 h, ya situados en el Lago de las Bulloses, nos cargamos las mochilas en la espalda y empezamos a caminar en dirección oeste pasando por encima de la presa. El Carlit se veía allí al fondo, justo detrás del Tossal Colomer (2.673 m), y era fácil reconocerlo a pesar de que no habíamos estado nunca (lo habíamos visto en alguna fotografía y, además, era el que se veía más alto).
Al principio, el camino era bastante plano. Se sigue la carretera que se dirige hacia el hotel Bones Hores y, en la curva que hay antes de llegar, encontramos el camino que hemos de seguir. Esta es la ruta más utilizada para subir al Carlit y, por tanto, el camino está muy sobado y hay marcas. Se empieza a subir por dentro del bosque hasta salir a un pequeño valle que hemos de remontar.
A partir de aquí, empezamos a ver numerosos estanques. El primero fue el Estany del Viver (2.143 m), que lo dejamos al lado derecho, y poco después vimos el Estany Negre (2.145 m) en el otro lado. Un cuarto de hora más tarde, atravesamos también los estanques de la Comassa (2.150 m) y Sec (2.160 m), que representaban unos lugares ideales para fotografiarse y hacer la primera parada para descansar. Eran las 9,30 h.
Una vez aquí, el camino se comenzaba a enfilar suavemente hacia un montículo. Fue el primer lugar en el que pisamos nieve, a pesar de que se podía esquivar por los lados (la verdad es que nos hacía ilusión). Aquí es el lugar en el que se separan el camino tradicional -que continúa en dirección norte- y el que nosotros queríamos coger, que se va hacia el oeste. Continuamos caminando por una gran planicie hasta llegar a los estanques de Llat y Llong, que se atraviesan por el centro, al tiempo que veíamos el camino tradicional a nuestra derecha. Cuando llegamos al otro lado de la plana nos sentamos en un prado a almorzar y coger fuerzas porque a partir de ahora empezaba la auténtica subida (10,15 h).
Una media hora después continuamos la excursión. El camino estaba poco marcado, pero sabíamos que se había de pasar por el lado izquierdo de la colina que teníamos delante. Cuando llegamos al collado, fuimos a buscar la cerrada Coma dels Forats. El terreno era más rocoso e íbamos entrando en un valle limitado por el Tossal Colomer (2.673 m) y la carena de las Xemeneies y el Carlit, que la comenzábamos a ver justo al frente (11,00 h).
La subida es bastante descansada y el camino está marcado con "mojones" sobre las rocas. A su vez, vamos pasando por pequeños estanques rodeados de nieve. El Carlit aparece cada vez más cerca, al final del valle y el terreno se va volviendo más tarteroso. También empezábamos a ver la inclinada tartera que nos tenía que llevar al Portell del Carlit (2.749 m).
A medida que nos íbamos acercando al final del valle cada vez parecía más difícil subir por aquel lugar. En este punto, Neus y Carlos decidieron subir por el lado derecho e ir a buscar el camino tradicional, probablemente porque eran más conscientes que yo de lo que se nos vendría encima un poco más tarde (12,00 h). El resto -Julio, Rubén, Marcos y yo- continuamos por el itinerario previsto que proseguía por un terreno tarteroso, cubierto en algunos sitios de nieve que teníamos que pisar para llegar al principio del Portell. Aquí empezaba la verdadera "excursión".
Así -a las 12,10 h- llegamos a la tartera que nos conducía al Portell del Carlit (2.749 m), situado entre los picos del Carlit (2.921 m) y de Xemeneies (2.878 m). La fuerte inclinación de esta tartera ya se observaba desde abajo, pero fue cuando llegamos a la mitad que nos dimos cuenta (o al menos yo) que el desnivel era demasiado fuerte. Al principio caminábamos sin muchas dificultades ya que el suelo era bastante consistente. Las tarteras siempre tienen las piedras más grandes en la parte baja y, a medida que se sube, cada vez son más pequeñas. Este hecho está provocado porque el mayor peso del material hace que se vaya desprendiendo a la vez que las piedras más pequeñas y la tierra se queda arriba.
A medida que íbamos ascendiendo cada vez nos costaba más no resbalar hasta que llegó un momento en el que la marcha era precaria. La pendiente estaba en torno a 50º. Teníamos que ir escogiendo los lugares por donde había piedras para poder continuar. De no ser así, resbalábamos y podíamos irnos hacia abajo. Y aún faltaba bastante...
Rubén y Julio subían con pocas dificultades pero Marcos y yo lo pasábamos bastante mal. De repente, Marcos empezó a resbalar en un lugar bastante delicado y no sabía como salir. A la vez tiraba piedras hacia abajo que yo intentaba esquivar como podía (sin moverme mucho para no tener un susto). Con la ayuda de Julio consiguió salir y, a partir de aquí, comenzamos a grimpar por la montaña hasta llegar al collado porque por la tartera se hacía imposible continuar. Julio nos hizo de guía y, en un cuarto de hora (que a mí me pareció un mundo), llegamos al Portell del Carlit, en donde Rubén ya hacía un poco que esperaba. Habíamos pasado un mal rato pero ya se había acabado (o eso era lo que yo pensaba...). Nos sentamos para descansar y a mí aún me temblaban las piernas. El puerto era un poco estrecho y no permitía reposar cómodamente. Bebimos y cogimos fuerzas para la grimpada que nos había de llevar a la cima (12,50 h).
Cuando nos levantamos y vi por donde teníamos que subir pensé: "tierra trágame". No había ningún tipo de marca y la "pared" se veía toda igual. ¿Por dónde subiríamos?, pensaba yo al tiempo que Rubén empezaba a subir por un lugar bastante estrecho. Una cosa tenía clara: no podíamos volver atrás porque era imposible bajar por la tartera (me refiero a bajarla de una manera controlada porque bajarla "físicamente" era sencillo, bastaba con dejarse llevar...). Por lo tanto, tenía que subir como fuera. Marcos y yo seguimos a Rubén, y Julio iba cerrando el grupo. Los pasos eran bastante estrechos y daba bastante vértigo. Yo no quería mirar pero un mal paso nos podía hacer caer unos metros. Rubén y Julio, como siempre, no tenían ninguna dificultad, Marcos iba avanzando con más dificultades y yo, cada 10-15 metros, tenía que parar porque me temblaban las piernas. De repente, Rubén se paró ya que no sabía por donde continuar y la verdad es que, por un momento, pensé que no podríamos continuar. ¡No quería ni levantar la cabeza! ¡Por eso hacía 2 horas que no veíamos a nadie! Al final encontraron una forma de pasar y pudimos proseguir. Diez minutos después vi por fin la luz: Carlos estaba en la cima haciendo fotografías a unos escasos 50 metros. Además, el "camino" se empezó a ensanchar y ya no teníamos que grimpar. En unos pasos llegamos a la cima (13,30 h).
Nunca en mi vida había deseado tanto llegar a un pico. ¡Lo recordaré toda mi vida! Me senté al lado de Neus (que con Carlos ya hacía 10 minutos que esperaban) y estuve un cuarto de hora mirando al suelo. No tenía fuerzas ni para mirar el impresionante paisaje que me rodeaba. A quien le importaban las montañas después de lo que había sufrido...
Un poco después empezamos el descenso por la otra vertiente (por donde va todo el mundo), que era el camino que habían hecho Carlos y Neus de subida. La verdad es que había sitios en los que se tenía que grimpar (motivo por el cual se ve que Neus no quería subir) pero no era ni mucho menos tan complicado como por el otro lado. Después de lo que habíamos hecho esto era bastante sencillo. Además, había marcas que nos servían de guía. Enseguida nos paramos a comer (14,15 h). Necesitaba meter alguna cosa en el estómago para que me diera fuerzas (los nervios me habían dejado sin energía).
Una vez comidos la cosa cambió. Volvía a disfrutar de lo que estábamos haciendo y la verdad es que el paisaje era guapísimo. De lo mejor que habíamos visto en el Pirineo... La gran cantidad de lagos unido al verdor de sus montañas hacían de esta zona un lugar paradisíaco.
A las 15,45 h llegamos al Estany Sobirà Gelat (2.598 m), después de bajar por un terreno cubierto de nieve. En esta zona hay nieve todo el año ya que está situado en un valle muy encerrado. A partir de aquí el camino continúa bajando, saliendo de una zona muy encajonada y efectuando una diagonal por un terreno tarteroso por la vertiente norte del Tossal Colomer hasta llegar al valle.
Un cuarto de hora después rodeamos el Estany Sobirà (2.350 m). Este es el primer estanque importante que encontramos bajando ya que el anterior está prácticamente todo el año helado. El camino pasa un trozo un poco encajonado y, al salir, bajamos para cruzar un torrente. El desnivel cada vez es más suave y eso nos permitía relajar las piernas y disfrutar de las montañas. Después de pasar entre el Estany Llong (2.235 m) y el Estany Valell (2.230 m), poco a poco nos íbamos acercando al lugar en el que habíamos cogido el desvío por la mañana.
A partir de aquí encadenamos los mismos estanques que habíamos atravesado por la mañana pero en orden inverso -Sec (2.160 m), Comassa (2.150 m), Negre (2.145 m) y Viver (2.143m) - hasta llegar al inmenso Lago de las Bulloses (2.016 m). Eran las 18,00 h y estábamos bastante cansados. Hacía 9 horas y media que habíamos salido de este mismo lago. El día había sido muy duro y con fuertes emociones. Ahora tan solo faltaba coger el autobús que nos llevaba a donde teníamos el coche y volver a Barcelona.
¡Objetivo cumplido y hasta siempre al Portell del Carlit!
Oscar Martín
















ES.BO.NA.MO.






























PRIORATO GENERAL DE ESPAÑA






























ORDEN BONARIA